El Periódico / Notas

Diarios de viñedo

En los pasos de dos viticultores de extremos opuestos del mundo.

¿A qué realmente se parece un día en la vida de un viticultor? Los diarios de Jeanne, en Château L’Évangile en Pomerol, y Joaquín, en Viña Los Vascos en Chile, revelan dos vidas contrastantes pero conectadas. Esta es la historia de dos hemisferios diferentes y una pasión compartida.

Desplazar hacia abajo

En las mesetas de Pomerol, así como en las laderas de Colchagua, en Chile, la temporada avanza. Dos hemisferios, dos climas, dos momentos cruciales. En L’Évangile, Jeanne Lutun, Responsable de I+D, vigila los primeros signos de la brotación. En Los Vascos, Joaquín Ortiz, Ingeniero Agrónomo y Subgerente Agrícola, cierra los últimos capítulos de la cosecha. Su lienzo: los suelos. Su tinta: la savia, el sudor, y a veces, un toque de aprensión.

Aquí están sus diarios, escritos el mismo día, a 13,000 kilómetros de distancia.

Otoño dorado en las viñas de Los Vascos, entre los Andes y la Cordillera de la Costa, al pie del cerro La Aguina.

Diario de Jeanne Lutun
Responsable de Investigación y Desarrollo – Château L’Évangile, Pomerol

  • 18 de marzo de 2025

Al amanecer del primer día de primavera. El cielo despejado, la tierra aún húmeda. En L’Évangile, los brotes duermen en el algodón: un capullo frágil de unos pocos milímetros, última barrera contra una helada temprana. Jeanne Lutun inicia su jornada como cada día: en el campo, con su equipo.

8h — Calentamiento

El día comienza con una sesión de estiramiento colectivo. Diez minutos de elongaciones entre las hileras: muñecas que giran, caderas que crujen, un aire a clase de educación física versión Pomerol. Jeanne lidera la actividad en medio de las tijeras de poda. Algunos con zapatillas, otros con gorro bien ajustado, los viticultores se estiran en silencio o bromean a media voz, según el ánimo del día.

Un poco más tarde, algunos enfilan un discreto exoesqueleto. No, no es para parecerse a Iron Man. El calentamiento prepara el cuerpo para la jornada, y el exoesqueleto alivia la zona lumbar a lo largo del día. Dos acciones con un mismo fin: cuidar a quienes cuidan las vides.

Calentamiento colectivo en L’Évangile: los brazos giran, las sonrisas también.
Toma de notas precisa en L’Évangile.

9h — Monitoreo de parcelas

Jeanne atraviesa las hileras con pasos rápidos, con su cuaderno bajo el brazo. Algunas parcelas aún no han sido podadas: una estrategia deliberada para retrasar la brotación. Una forma elegante de decir que se pospone el despertar de los brotes, con el fin de evitar que una helada primaveral los destruya. El clima, que tiene la última palabra, es monitoreado por sensores repartidos por todo el viñedo, que envían temperaturas increíblemente precisas al teléfono de Jeanne.

11h — Biodinámica, rituales y remedios


El “bouille-à-dos” (mochila de espalda), a pesar de su nombre de personaje de cómic, es asunto serio. Jeanne, Juliette y Jean-Louis han pasado dos días recorriendo las hileras con este extraño pulverizador, distribuyendo tisanas de cola de caballo como otros bendicen las vides. Las plantas utilizadas en biodinámica a veces se cosechan en parcelas en descanso, y luego se secan en el desván del château, como la manzanilla, que se cuelga durante meses en ramilletes, como si fuera la reserva de hierbas de un monasterio de montaña. Pero aquí, las oraciones toman la forma de infusiones, y los milagros, el de una naturaleza que resiste mejor a los cambios climáticos.

Innovación y tradiciones lado a lado: entre exoesqueletos para aliviar la espalda y “bouille-à-dos“ para cuidar las vides con tisanas caseras.


Lectura a la altura de la yema del brote: entre sensores meteorológicos y observación minuciosa, nada escapa a la vista de Jeanne.

11h30 — Fin de poda y almuerzo

En el plateau de Pomerol, las estaciones no se celebran con fuegos artificiales, sino con recetas y una copa de vino. Ese día, se festeja el fin de la poda. Alrededor de la mesa: sonrisas cansadas, manos curtidas, y la gelatina de amapola casera preparada por Corinne, “la mamá de L’Évangile”, guardiana del buen ánimo y de la cafetera. Cada cucharada tiene un sabor a primavera adelantada, algo que la meteorología no puede predecir.

Identificación de las pruebas en tonelería: cada botella, una muestra, una variación, un futuro maridaje en la oreja de la bodega.

13h — Bodega: ensayos de tonelería y catas a ciegas

De vuelta a la frescura de la bodega. Frente a Jeanne, casi veinte barricas alineadas como en una aula. Dentro: el mismo vino, criado en distintas maderas, con diferentes niveles de tostado, algunos proveniente de su propia tonelería, otros de fuera. El objetivo: entender qué aporta cada barrica al vino.


Con Charbel, el Maître de Chai, degustan, anotan, comparan. Es un trabajo de orfebrería y memoria sensorial. Un ejercicio casi musical: buscar armonías, evitar disonancias, saborear matices de tostado como quien escucha diferentes timbres. Y de vez en cuando, se encuentran con una barrica que interpreta un solo.

15h — Aromas, recetas y rueda cromática

En su oficina, Jeanne ha colgado una gran rueda de colores: la “rueda de descriptores”, diseñada por ella misma, que reúne todos los aromas identificados en L’Évangile. Peonía, violeta, poudré, cedro, savia… ¿El propósito? Crear una gramática compartida entre quienes degustan, quienes hablan y quienes deciden.

En su pantalla, abre un archivo titulado “Plan de recetas”, una cartografía detallada de la añada. Ensayos, lotes, tostados, tipo de recipiente… Huellas de decisiones pasadas e hipótesis para el futuro.

En su oficina en L’Évangile, Jeanne construye una gramática sensorial: aromas suspendidos, rueda de descriptores y primeros planos de la próxima añada.

17h — Cierre en silencio

La luz cae sobre las vides, suave como un silencio bien puesto. Jeanne guarda sus notas, revisa las temperaturas nocturnas, cierra la puerta de la bodega. Mañana quizás deba preparar una infusión de manzanilla o medir el crecimiento. Pero, ante todo, comenzará con un calentamiento colectivo: el bienestar, antes que nada.

Cuando Jeanne levanta la vista hacia sus sensores de helada, Joaquín coloca sus gafas de sol.

A 13,000 kilómetros de distancia, las vides están siendo—o acaban de ser—cosechadas. . En Los Vascos, la cosecha 2025 está llegando a su fin. Si las mañanas de Joaquín Ortiz comienzan con un café con palta, las tardes se desarrollan entre rapaces, bayas para degustar y ganado. La misma pasión por los detalles, pero con otra ambientación sonora. Seguimos en la misma partitura, pero con una guitarra chilena y un fondo extenso.

Diario de Joaquín Ortiz
Subgerente Agrícola – Viña Los Vascos, Colchagua, Chile

  • 18 de marzo de 2025

El sol asoma sobre la Cordillera cuando Joaquín deja su taza. A las 7:30 en punto, cuando para Jeanne son las 13:30, el ambiente en la oficina agrícola es estudioso pero también de relajado. Gabi, José Luis y Juan Luis están presentes (como lo están todas las mañanas) para la primera reunión del día.

Joaquín Ortiz, notas en curso en Los Vascos, entre dos puñados de nueces.

7h30 — Café, curvas y previsiones

Primero, los mapas mentales. Sobre la mesa, un café, un trozo de pan con palta y los resultados de madurez que acaban de llegar: pH, Brix (indicador clave del contenido de azúcar en las bayas), acidez total, acidez málica… En su pantalla, Joaquín superpone los números, conecta los puntos, establece prioridades. También echa un vistazo a los datos meteorológicos provenientes de las tres estaciones climáticas de la propiedad: hay que pensar la viña como un organismo sensible a la meteorología. Cada hoja bebe de manera diferente, cada raíz se almacena a su modo.

8h — Degustación de bayas

Con José Luis, Max y Diego — equipo agrícola y equipo enológico — Joaquín sale a probar la uva. Toma notas sobre la pulpa, la semilla, la expresión aromática. Esa mañana, en esta parcela a la sombra, la uva está aún algo verde. Más allá, otra está lista para ser cosechada. El terroir no es un bloque, sino un milhojas. Se cosecha por capa.

Lectura de la añada, uva por uva: Joaquín Ortiz prueba las uvas para captar la madurez, nivel por nivel.
Lectura cruzada en las viñas: Joaquín, José Luis, Max y Diego prueban, comparan y deciden, parcela por parcela.

11h — Cosecha, rendimientos y observaciones

En las hileras en cosecha, Joaquín saluda y escucha. ¿Los racimos están firmes? ¿Los rendimientos son los esperados? Los cosechadores avanzan, las cajas se llenan, los supervisores dan palabras de aliento e instrucciones. Joaquín verifica que las vides sean respetadas — no se sacrifica una planta por un racimo. El próximo año empieza hoy.

13h — Pausa en el casino

El término no tiene nada de ostentoso: en Chile, el “casino” es el comedor. Allí, al sol, entre colegas de diversos sectores, el ambiente es sencillo y alegre. Se habla de técnica, de clima, y también de fútbol. Para comer, un plato casero preparado por la Señora Paty.

Entre cielo y viñas, los rapaces toman vuelo: aliados naturales contra los chirihuas en los huertos de Los Vascos.

14h — Rapaces, ciruelos y acrobacias sostenibles

En los huertos, las ‘chirihuas’ mandan en el aire — pajaritos chicos y rapidísimos, fanáticos de los brotes de ciruelo. Joaquín, por su parte, contraataca con poesía: doce percheros instalados en la plantación para atraer rapaces. Más elegantes que un espantapájaros, más efectivos que un cañón de gas, estos halcones imponen respeto.

Cerca, los equipos agrícolas y de I+D también conversan de los futuros nidos que se colocarán cerca de las vides. El objetivo: atraer a las aves beneficiosas en el lugar adecuado. En Los Vascos, se piensa en biodiversidad como se piensa en riego: por zonas y por usos.

Entre planes de cosecha y lluvia de notas, cada detalle cuenta.

15h30 — Reunión de supervisores y coordinación logística

De regreso en la oficina agrícola, sobre las mesas hay mapas, bolígrafos, botellas de agua y muchos cuadernos desgastados. Joaquín y Juan Luis lideran el briefing diario con los supervisores. Cada uno gestiona 100 hectáreas, una especie de distrito autónomo dentro del viñedo.

Se revisa el estado de las máquinas, las zonas a regar, las prioridades del día siguiente. Los intercambios son rápidos, el ambiente es estudioso pero distendido: aquí, se habla en términos de hileras, perfiles y rendimientos. Los supervisores conocen cada rincón del campo a la perfección.

16h — Ganado y linea de sangre

Salen en camioneta rumbo a Alcones. Ahí, en el criadero de Aberdeen Angus de Benito, es hora de hacer un poco de selección genética. Joaquín, José Luis y César observan los toros como otros evaluarían músicos de sesión: musculatura, postura, carácter, potencial reproductivo. Es importante evitar la consanguinidad, fortalecer el rebaño y preparar las próximas generaciones.

Para Joaquín, el ganado es una extensión del viñedo. Gracias al pastoreo rotativo, las vacas enriquecen los suelos. Y quizás, en la mirada del toro seleccionado, ya exista una promesa de añada futura.

Mantener el optimismo: agentes clave en el enriquecimiento del suelo.

17h — Ajuste final

Al final de la tarde, Joaquín regresa a la bodega. Con Max, Diego y José Luis, coordina la cosecha del día siguiente. Es como afinar una guitarra antes del concierto. Las uvas están maduras, los equipos listos, los tanques en espera. Solo queda transmitir el plan a todos — que cada uno sepa qué debe hacer.
Al caer la tarde sobre el valle, Joaquín cierra su cuaderno y mira a lo lejos. ¡Hasta mañana, con nuevas aventuras!

Dos continentes:  una partitura compartida.

Mientras el sol se pone sobre Pomerol, Jeanne revisa sus sensores de helada una última vez. En el mismo momento, Joaquín levanta la vista hacia un cielo chileno aún vibrante. Habrá más brotes, más cosechas, más animales para elegir.

Y en los márgenes de sus días, algunas notas garabateadas para recordar, para mantenerse en sintonía.

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