Primeurs 2024
Para mantener el rumbo, tuvimos que trazar bien el camino. Hicieron falta tripulaciones experimentadas y una hábil destreza marinera para llegar a buen puerto en 2024.
Desde el comienzo, 2024 nos hizo navegar en aguas revueltas, con más de 1000 milímetros de lluvia acumulada desde que terminó la vendimia anterior hasta abril. Afortunadamente, la tripulación se mantuvo unida: no era su primera travesía.
Nos comunicamos de forma instintiva, tuvimos los reflejos adecuados, guiados por nuestra experiencia con los cultivos orgánicos, y protegimos nuestras viñas desde muy temprano.
Pronto llegamos a mar abierto: el cambio de turno fue intenso pero no dejamos escapar ninguna oportunidad. Mantuvimos el rumbo frente a una presión de mildiú sin precedentes sobre las primeras hojas. A finales de mayo, una zona de alta presión nos dio esperanzas de una buena floración, pero finalmente el cuaje no fue ideal, ni en los Merlot ni en los Cabernet. La calma por fin llegó en julio y agosto, con condiciones ideales —al fin— tras un complicado inicio de primavera.
Esos dos meses fueron los vientos alisios de nuestra travesía. Soplaban con mesura, ni demasiado fuertes ni demasiado suaves. Aquel verano fue templado, ideal para que la vid creciera bien, con el nivel justo de estrés para madurar nuestras uvas, y nos llevó, por fin, a tierra firme.
El mildiú apareció temprano, reduciendo los rendimientos, pero a mediados del verano ya era solo un recuerdo. La presión del mildiú no siempre implica menor calidad. Pensemos en 2020, 2018, 2000 o 1988…
La cosecha ya estaba a la vista, pero las lluvias regresaron entre finales de agosto y septiembre. Ajustamos las velas para las últimas maniobras, y las uvas resistieron hasta el final. ¡Llegamos a buen puerto!
Al timón de Lafite, nuestro capitán Éric y su tripulación de viejos marineros de Pauillac se disponían a zarpar rumbo a lo que prometía ser una añada difícil.
De abril hasta finales de junio, fueron semanas de batalla contra el mildiú y los elementos desatados… Todo cambió en junio, con días de brisas suaves y templadas. Las vides curaron sus heridas, la tripulación recargó energías.
A finales de agosto, el proceso de maduración avanzaba perfectamente. Los racimos estaban llenas de sabor y de vida, fruto de un verano impecable tras tantas tormentas.
La vendimia comenzó el 23 de septiembre con nuestros mejores Merlot y terminó el 7 de octubre con nuestros Cabernet, navegando entre las gotas de lluvia.
Con vinificaciones breves, extracciones suaves y prensados selectivos, el equipo de Olivier navega ahora en la bodega con elegancia y precisión.
¡Qué hito inolvidable!
Una escala muy querida por los navegantes antes de cruzar el Atlántico, las Azores forman un archipiélago de 9 islas, muchas veces protegido por una zona estable de altas presiones, casi mágica.
Como un navegante inclinado sobre sus mapas de navegación, Louis conoce cada una de estas islas de terroir como la palma de su mano: su misión era sacarles el máximo potencial esas parcelas.
Labores precisas, poda experta… Mantuvo el timón firme en la maduración, a pesar del clima inestable.
Al momento de la mezcla, ¡todos a bordo! Nuestros viejos Merlot plantados sobre arcilla, incansables y siempre encantadores, se unieron a nuestras cuatro fantásticas parcelas sobre grava. A ellos se sumaron el infaltable Cabernet Franc de Passe-temps 62 y dos nobles Cabernet Sauvignon: Tournât 91 y Vigneron 82.
Una vez ensambladas, estas 9 parcelas que forman el corazón de Carruades mostraron todo su carácter.
¡La unión hace la fuerza!
¡Navegar por el Estrecho de Magallanes requiere destreza, pero sobre todo, valentía !
El 2 de septiembre, la tripulación entró en el Estrecho y comenzó la vendimia con nuestras uvas blancas, en las parcelas más orientales de Duhart. Hubo que tener paciencia… Las uvas tintas tenían buen sabor, pero había que esperar, y una vez más estar muy pendiente del pronóstico del tiempo para cosechar en los días justos.
El 24 de septiembre comenzamos la vendimia de nuestras uvas tintas en las parcelas más jóvenes de Merlot. Cosechamos, nos detuvimos, cosechamos, nos detuvimos… hasta el 8 de octubre.
¡Y ahí está! ¡Hemos llegado al Pacífico!
El viñedo estaba listo, el barco en orden. Las condiciones climáticas no eran favorables, pero había que zarpar. A bordo del velero sabíamos que nos esperaba una travesía agitada. Juliette y yo nos miramos con algo de temor: ¿qué nos depararía esta nueva añada? ¿Esta nueva travesía?
Las primeras noches marcaron el tono: la navegación fue dura, y no dejábamos de ajustar las velas. Abril, mayo y junio fueron lluviosos, lo que complicó la floración y el cuaje. El trabajo en equipo nos permitió mantener el rumbo, y durante un tiempo, el mildiú no causó daños. Luego, el tiempo se calmó, julio fue fresco y el mar más amable. ¡ A 10 nudos de velocidad, no estuvo nada mal, por fin nos secamos! Agosto trajo condiciones de alta presión —de esas que favorecen el famoso bronceado agrícola.
¡Exhaustos pero sonriendo, habíamos llegado! Fue una travesía llena de color, con mucho que contar… ¡y mucho que saborear!
El periodo de los 'primeurs' es un momento muy esperado en el calendario del enólogo.
Al final de la primavera, negociantes de vinos y coleccionistas se reúnen para catar por primera vez las cosechas del otoño anterior.
Para celebrar los Primeurs del año 2023, hemos sometido cada uno de nuestros vinos a la libre interpretación del Test de Rorschach.