El Château Peyre-Lebade guarda un pasado cargado de historia y marcado por hombres ilustres. Sin duda, el suelo netamente calcáreo del lugar influyó en el nombre de la propiedad, ya que Peyre-Lebade quiere decir “piedra alzada”. En efecto, en el lugar se encuentra una antigua cantera de piedra caliza que posiblemente sirvió para la construcción de los poblados vecinos. Los primeros indicios del cultivo de la vid en la región se remontan a los monjes benedictinos de la abadía de Vertheuil en el siglo XII. Siglos más tarde, en 1835, Bertrand Redon, padre de Odilon Redon adquirió el domaine de Peyre-Lebade.
El gran pintor Odilon Redon habitó en la propiedad y pintó en ella la mayoría de sus telas más célebres. Su obra refleja el encanto de la zona y su apego por la propiedad familiar. En 1979 la propiedad se encontraba en el olvido, siendo adquirida por el Barón Edmond de Rothschild, ya propietario de los Châteaux vecinos de Clarke y Malmaison, ubicados en Listrac y Moulis respectivamente.
A partir de esa fecha, el Château Peyre-Lebade experimentó una verdadera revolución cultural y cualitativa de la mano del Barón Edmond. Se drenó y replantó la totalidad de los viñedos, se renovaron los edificios y se erigieron nuevas construcciones. El Château Peyre-Lebade pasó a formar parte integrante de las propiedades del Barón Benjamin de Rothschild, hijo de Edmond, y la comercialización de sus vinos quedó a cargo de Domaines Barons de Rothschild (Lafite).